Una fe santa

Desde sus inicios, la Iglesia del Nazareno ha confesado que es una rama de la iglesia “santa, universal y apostólica” y ha procurado ser fiel a ella. La iglesia ha considerado como si fuera suya la historia del pueblo de Dios preservada en el Antiguo y Nuevo Testamentos y ha asumido esa misma historia tal como se ha extendido desde los días de los apóstoles hasta los nuestros. Considerándolo como su propio pueblo la iglesia ha abrazado al pueblo de Dios a través de las edades, los redimidos por medio de Jesucristo, cualquiera que sea la expresión de la iglesia a que hayan pertenecido. Nuestra iglesia recibió los credos ecuménicos de los primeros cinco siglos cristianos como expresiones de su propia fe. Si bien la Iglesia del Nazareno ha respondido a su llamamiento especial de proclamar la doctrina y experiencia de la entera santificación, ha tenido el cuidado de retener y de nutrir su identidad con la iglesia histórica mediante la predicación de la Palabra, la administración de los sacramentos, su insistencia en desarrollar y en mantener un ministerio verdaderamente apostólico en fe y práctica, y su compromiso de inculcar disciplinas para que sus miembros tengan un estilo de vida y de servicio a otros como el de Cristo.

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